Recuerdo haber conocido a un niño, un niño que casi no hablaba, que se la pasaba mirando al suelo sosteniendo sus pensamientos en una mano, pensamientos que muchas veces era incapaz de concluir.
Recuerdo que tenía un espejo al final de las escaleras, un espejo gigante que iba del piso al techo frente al que se sentaba por horas mientras imaginaba el universo que existía del otro lado, una realidad diferente pero exactamente igual, tan igual que la persona que le miraba; hacia y pensaba exactamente lo mismo que el.
El recuerda haberlo querido cruzar solo para probar que lo que imaginaba era verdad, recuerda haber intentado empujar a este otro niño que tanto se parecía a él, también recuerda haber intentado asustarlo ó sorprenderlo……
A veces incluso temía lograrlo, lograrlo y no poder volver, cruzar y no lograr siquiera notar la diferencia entre su mundo y el espejo. Pero no importaba, el solo quería llegar al otro lado y ya tenía una magnífica idea, usaría una aguja para atravesar el espejo……….. sin importar la perfección con la que su otro “yo” lograra emularle, sería imposible hacer que dos agujas diferentes impidieran el paso mutuo…… así que lo hizo, consiguió una aguja… corrió a su espejo…. se sentó…. y emocionado intento atravesar su portal mágico………… Recuerdo la mirada de ese niño; el estaba triste y yo estaba cansado, decidimos rendirnos entonces y sin embargo nunca dejamos de vernos.
Ahora no tengo idea porque sigo recordándolo, probablemente nunca pude olvidarlo, se quedo marcado dentro de mí…………… o es……… tal vez…………… porque él me sigue mirando a diario, recordándome que existe.
A veces cuando miro al espejo, la persona que me mira no se parece a mí….. estoy seguro que es él…. o puede ser que sin darme cuenta, hayamos logrado cruzar…… y ser yo realmente el niño al que antes miraba………….. quien sabe…….. acaso podría alguien notar la diferencia?
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Dedicado a Cristina Mata y a su muy querida hermana.